Ella se acercó a la orilla con la niña en brazos, a pasitos lentos, sobre la arena. Había viajado durante años para ver el mar. Cuando lo vio tan cerca le dijo a su niña. Mira, es el mar, ¿lo ves?.
Lo oyó.
Marina le pidió, háblame del mar. Marina le contestó.
El mar no es azul, no lo creas.
¿De donde vienen las olas del mar?, ¿quien las mueve?- le preguntó. Marina le escuchaba y Marina le contestaba: existe un acuerdo entre el mar y el cielo. Un equilibrio. No se ven, pero a cada ola de mar hay una ola en el cielo. Si le das la vuelta se aprecia el cielo oleado. Y en el fondo del cielo hay estrellas, de mar. Cuando se calma el mar, calma el viento. Y si buscas bien, en el fondo del mar hay una luna que gobierna las mareas del cielo. Se ven las noches oscuras.
Respiraron muy fuerte y marcharon. La niña lloró. Lágrimas del cielo.
Es el mar, que nos habita.